Mandelstam by Anna Ajmátova

Mandelstam by Anna Ajmátova

autor:Anna Ajmátova [Ajmátova, Anna]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2018-09-14T16:00:00+00:00


Tras regresar de ver a los Mandelstam, escribí el poema «Vorónezh». Este es el final:

Mientras, en el cuarto del poeta caído en desgracia,

el miedo y la musa velan por turnos.

Y la noche avanza,

una noche que no conoce amanecer.

El correr del tiempo, 1965

Sobre sí mismo en Vorónezh, Ósip decía: «Soy un mal “esperador” por naturaleza. Por eso aquí es todo más difícil».

A principios de los años 20 (1923), dos veces atacó Mandelstam en prensa y con mucha dureza mis poemas (Arte ruso, n.o 1, 2-3). Nunca lo debatimos. Pero tampoco me habló de sus alabanzas a mis versos y solo ahora (reseñas en La antología de las musas de 1916 y Carta sobre poesía rusa, 1922, Járkov) he podido leerlas.

Allí en Vorónezh le hicieron presentar, con motivos no muy limpios, una ponencia sobre el acmeísmo. No debe olvidarse lo que dijo en 1937: «No reniego ni de los vivos ni de los muertos». A la pregunta de qué era el acmeísmo, Mandelstam respondió: «Nostalgia de una cultura universal».

En Vorónezh junto a Mandelstam estuvo Serguéi Borísovich Rudakov que, desgraciadamente, resultó no ser tan bueno como creíamos. Debía de adolecer de algún tipo de delirio de grandeza si creía que los poemas los escribía no Ósip, sino él, Rudakov. Este murió en la guerra y no tengo ganas de describir detalladamente cuál fue su comportamiento en Vorónezh. Sin embargo, todo lo que venga de él debe tomarse con sumo cuidado.

Todo lo que sobre Mandelstam escribe Gueorgui Ivánov —quien se había marchado de Rusia justo al iniciarse los años veinte y que no conocía en absoluto al maduro Mandelstam— en sus memorias chabacanas Inviernos petersburgueses es mezquino, huero e insustancial. Componer tales memorias no es cosa de sabios. No se necesita memoria o atención, ni amor o sentimiento de una época. Todo vale, y todo es aceptado con agradecimiento por parte de consumidores poco exigentes. Peor es, por supuesto, cuando estas cosas acaban en trabajos serios de crítica literaria. He aquí lo que hizo Leonid Shatski[40] (Strajovski)[41] con Mandelstam: el autor tenía a mano dos o tres libros de memorias bastante «picantes» (Inviernos petersburgueses de Gueorgui Ivánov, El fusilero con un ojo y medio de Benedikt Livshits, Retratos de poetas rusos de Ehrenburg, 1922). Y exprimió estos libros. El material está extraído del anuario prematuro de Kozmín Escritores de la época actual (Moscú, 1928). Además, del recopilatorio de Mandelstam Poemas (1928) se ha sacado la composición «Música en la estación»,[42] que ni siquiera es temporalmente el último de este libro y aquí aparece como la última composición del poeta. La fecha de su muerte se establece arbitrariamente en 1945 (siete años después de su muerte real, el 27 de diciembre de 1938). El que una serie de revistas y periódicos publicaran versos de Mandelstam, aunque fuera el magnífico ciclo «Armenia» en El Nuevo Mundo de 1930, a Shatski no parece interesarle en absoluto. Anuncia con gran descaro que Mandelstam se acabó en la composición «Música en la estación», que dejó de ser poeta, que se convirtió en un traductor lamentable, que se hundió y deambulaba de taberna en taberna, etc.



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